3 de febrero de 2016

Lo que se rompe no es España, sino la España idealizada como católica, borbónica, conservadora y centralista de los oligarcas

Tiempo llevamos escuchando el discurso de “España se rompe”, sin embargo España lleva siglos rota por mil líneas de fractura que la cruzan de forma profunda como fallas. Se rompió entre los cristianos y los judíos, entre borbónicos y los austricistas durante la guerra de sucesión, se rompió entre los ilustrados y los conservadores, entre republicanos y los franquistas, se rompió entre golpistas y demócratas, entre católicos y ateos, entre centralistas y federalistas.

Todas y cada una de dichas roturas se resolvieron con la imposición por la fuerza de una de las partes sobre la otra, con un bando victorioso y uno derrotado, concentrando el poder en los que siempre se han alineado con los vencedores, como si de selección natural se tratara. Por eso a día de hoy el poder se concentra en manos de una élite cristiana católica, borbónica, conservadora, franquista, golpista y centralista, que han alcanzado su posición de poder por la fuerza durante generaciones y que jamás han trabajado por y para el consenso y el entendimiento, sino por la imposición y el inmovilismo.
Así pues no hay peligro de que España se rompa, pues ya está rota, el peligro es que los oligarcas que hasta ahora siempre han salido vencedores de todas las contiendas pierdan por fin una batalla, el riesgo del que hablan no es el de que se rompa España, sino que se rompa su concepción de lo que es España, que ésta deje de ser católica, borbónica, conservadora y centralista. La pérdida de cualquiera de esas cuatro condiciones supondría para ellos el fin de lo que entienden por España, y por lo tanto no la ruptura física o política de España, sino la rotura de su ideal de España.

Es por eso que resulta imposible que esos oligarcas cedan en ninguno de dichos puntos esenciales por propia voluntad, no pude alcanzarse el consenso porque ellos no han entendido nunca este concepto, y a base de generaciones se han convencido que no necesitan convencer cuando pueden vencer. Por eso que si se quiere refundar este país como un país laico, republicano, progresista y federal (con un modelo totalmente opuesto a la España católica, borbónica, conservadora y centralista de las élites actuales), será necesario vencer a los que hasta ahora siempre han vencido, será necesario liberar a aquella parte de la sociedad mil veces derrotada por esos oligarcas del miedo a una nueva derrota, convencerlos de que si somos más esta vez les venceremos. Solo así podremos recuperar algo de ese poder que unos pocos se han otorgado por la fuerza durante generaciones.

En definitiva, si queremos un nuevo país necesitaremos una nueva constitución que no puede ser negociada con los oligarcas de siempre mientras estos retengan los instrumentos de poder, pues éstos no han hecho ningún acto de contricción ni mostrado ninguna intención de enmienda. Se requiere una mayoría social y política hegemónica que represente una sociedad civil libre del control de dichos oligarcas, una mayoría que resulte suficiente para forzar ese acuerdo que permita refundar el país. Solo entonces se debe tener la generosidad de dar cabida a esos oligarcas en el acuerdo, a condición de que renuncian a sus privilegios, claro está.

En referencia al movimiento independentista catalan, considero que la soberbia y la cerrazón de los oligarcas estatales ha sido tal, y tal es su inmovilismo y su poder, que han conseguido que muchos catalanes se convenzan de que no hay más alternativa que la independencia. Así pues el desafío soberanista catalán hay que considerarlo como una parte de ese mismo contexto de asfixia social casusada por los oligarcas estatales, y que lo que intentan los independentistas es convencer a una mayoría social de los catalanes de que la refundación del concepto de estado es posible, pues consideran que si alcanzan una amplia mayoría independentista se podrá forzar un nuevo acuerdo ya sea de convivencia o de independencia. Así pues el planteamiento en Cataluña y en España es idéntico, pero cambiando el sujeto. Solo una mayoría social convencida y movilizada puede conseguir librarnos de esos oligarcas nacionales que solo saben exprimir lo público, y sabotear la competencia desde la mediocridad.

Por desgracia personalmente considero que ese proceso independentista catalán está dirigido desde los oligarcas catalanes contra los oligarcas estatales, ya que incluso los oligarcas catalanes se han visto asfixiados por los oligarcas estatales, y no por el pueblo de Cataluña contra todos los oligarcas. Es por eso que creo que el resultado del reto independentista no será en ningún caso favorable a los ciudadanos de Cataluña, ni siquiera en caso de salirse con la suya, sino en todo caso será favorable a los oligarcas catalanes, que conseguirán algo más de poder restándoselo a los oligarcas estatales.

Creo por lo tanto importante señalar este aspecto para convencer a todos de la importancia de luchar y unir fuerzas para sacudirnos de encima todas las oligarquías que han abusado de su poder e influencia en su favor, perjudicando al conjunto del pueblo, y que muy a menudo han creado conflictos entre ciudadanos para desviar la atención sobre sus acciones lesivas para la sociedad.
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