28 de noviembre de 2016

La ficción del dinero y el dilema del Coyote más allá del acantilado

El dinero es la base de nuestra sociedad, es lo que nos hace salir de la cama cada mañana y lo que nos mantiene dóciles y obedientes frente a nuestros jefes, pero lo que la mayoría ignora es que el dinero solo tiene valor en la medida en que creamos que es valioso. Esa idea de que los bancos guardan montones de lingotes de oro en sus cámaras acorazadas, y que ese oro es lo que en última instancia garantiza el valor del dinero desaparició definitivamente cuando en 1971 la Reserva Federal de EEUU (su banco central) eliminó la necesidad de sostener la emisión de nueva divisa con incrementos de reservas de oro. Es decir que desde entonces se puede crear dinero de la nada simplemente imprimiendo más billetes sin ningún otro respaldo que la fe de la sociedad que ese trozo de papel tiene algún valor, y con la única garantía de tener el compromiso de un particular, empresa o institución que se haga responsable de devolver ese dinero con intereses en el futuro en forma de solicitud de crédito. Para empeorarlo ese proceso se acelera con la economía digital, donde el dinero se ha convertido en números en una pantalla que permiten que las burbujas crezcan de forma acelerada.

Por lo tanto durante las últimas décadas se han estado creando en el mundo cantidades ingentes de dinero sin ningún apoyo real cuantificable, mediante un endeudamiento desmedido, pues simplemente haciendo la promesa de devolver el dinero este era creado de la nada y te era entregado. Eso significa que si en algún momento la gente deja de tener fe en el valor del dinero, si en algún momento la gente deja de creer en las promesas de devolver los préstamos con intereses en el futuro, nada podrá detener la caída del valor del dinero.

La situación se parece muchísimo a esos dibujos animados en los que el Coyote sigue corriendo más allá del límite del precipicio, y hasta que se da cuenta que no tiene nada bajo sus pies no empieza a caer. En esta metáfora, cuando el dinero tenía un respaldo, como por ejemplo el oro, existía un suelo sobre el que sostener la economía, aunque también el oro tenga un valor variable y subjetivo, sin embargo al desligar el valor del dinero de cualquier referencia real, pudimos correr más allá de las limitaciones de la cantidad existente de oro, permitiendo un crecimiento económico brutal, pero que se sostenía sobre la fantasía que seguimos teniendo un suelo bajo nuestros pies.

El problema es que actualmente el nivel de endeudamiento se ha incrementado en todo el planeta, a nivel particular, a nivel empresarial y también a nivel estatal, hasta estar llegando a niveles insostenibles que todo el mundo admite que hay que reducir, pues si solo pides crédito pero nunca lo devuelves y encima pagas los intereses pidiendo más créditos es evidente que esto no es sostenible, y puede que el momento en el que se deje de creer en las promesas de los endeudados esté cerca.

El problema es que reducir deuda significa reducir el dinero disponible, ya que en vez de gastarlo o invertirlo lo dedico a liquidar las deudas, lo que es sinónimo de contrcción económica. En otras palabras, reducir los niveles de endeudamiento es sinónimo de destruir dinero reduciendo la masa monetaria, devolver un crédito destruye el dinero creado al solicitarlo. Si todo el mundo se dedica a amortizar las deudas entonces el colapso económico mundial es seguro. El sistema solo puede soportar reducir deudas localmente compensandolo con un mayor endeudamiento de otro país, o de otro colectivo.

El problema actual es que no existe ningún otro país ni ningún otro colectivo que esté poco endeudado y que pueda endeudarse más, creando más masa monetaria, para compensar y permitir la reducción del endeudamiento local y la destrucción monetaria que eso comporta. Por lo tanto tarde o temprano la gente dejará de creer que las deudas pueden ser devueltas, y por lo tanto dejará de creer que el dinero sostenido por esas promesas de devolución tiene valor real. Se producirá una crisis que destruirá grandes cantidades de dinero haciendo incobrables grandes cantidades de deuda. La pregunta es ¿la deuda de quién será perdonada cuando ese momento llegue? Sospecho que la mia no será.

Así pues estamos ante una situación grave, pues la economía mundial necesita seguir incrementando su endeudamiento para continuar en marcha, para crear nueva riqueza cada año, pero al mismo tiempo unas deudas excesivas reducen la confianza en el valor real del dinero y ponen en peligro la base misma del sistema, el valor real del dinero. ¿Hasta cuando podremos seguir corriendo más allá del acantilado?

La solución a esta encruzijada es muy compleja, y no todos lo enfocan de la misma manera. Por ejemplo EEUU parece creer que cuanto peor mejor, es decir que un endeudamiento monstruoso obligará a todos a aceptar que el dinero tiene valor, incluso a sabiendas que es insostenible, por miedo al daño que la falta de confianza provocaría, por eso sigue endeudándose sin límite, e incluso existen sospechas fundadas de que ha estado vendiendo durante décadas sus reservas de oro almacenadas en Fort Knox, y las de otros paíse que las almacenan allí (no se permite ninguna auditoría ni siquiera por parte de los países que allí almacenan su oro desde los años 50). Por lo tanto EEUU parece tener fe en que el Coyote podrá seguir corriendo infinitamente más allá del acantilado aunque sea autoengañándose por miedo a la caída.

Por otro lado China tiene una política opuesta, y está acaparando ingentes reservas de oro, importando todo el oro disponible, comprando minas de oro por todo el mundo, e incluso mediante el reciclaje sistemático de desechos informáticos que contienen pequeñas cantidades de oro. Se supone que hace eso para dar un apoyo a su divisa para evitar que una crisis sistémica planetaria se lleve por delante su economía. Es decir que intenta rellenar el fondo del acantilado para que éste sea menos profundo y se amortigue la caída del Coyote.

Por su parte Europa ha optado por intentar amortizar sus deudas, reduciendo el endeudamiento general incluso a costa de provocar y agrabar una crisis económica, para así reducir el peligro a esa crisis sistémica anunciada. En el simil del Coyote Europa ha optado por ir caiendo poco a poco reduciendo la distancia con el fondo del acantilado, aunque no parece claro que se haya conseguido reducir dicho endeudamiento mediante esa política.

Solo el tiempo nos dirá quien tiene razón.

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